MI EXPERIENCIA EN ROTARACT

Por Ailyn Zamora
Club Rotaract Coclé

Mi recorrido por el mundo de Rotaract se inició a los 18 años, recién graduada de la secundaria. Los rotarios de Playa Coronado me hablaron y me presentaron este movimiento de jóvenes dispuestos a dejar su huella en este mundo. Eso fue lo que me motivó a formar parte del club y, desde esa ocasión, Rotary se ha convertido en mi segunda familia.

No dudé en ningún instante ser rotaractiana. El voluntariado es parte de mí y aportar mi granito de arena para que otros puedan estar mejor es un gran privilegio. Si bien es cierto que no todos nos sentimos preparados para un cambio, el hecho de conocer a otros chicos, que al igual que yo crean que con tan poco se puede lograr mucho, es simplemente maravilloso. Han pasado ya cuatro años desde que entré en este movimiento y no me arrepiento; he vivido y aprendido tanto que motivo a otros jóvenes para que se unan a esta familia.

Gracias a Rotaract he tenido la oportunidad de conocer a grandes amigos, no solo en Panamá, sino también en otros lugares del mundo. En 2020 viajé al RYLA Costa Rica, una experiencia magnífica, en donde tuve la oportunidad de mejorar mis destrezas, aumentar mi potencial y, ante todo, aprendí a trabajar en equipo. Recientemente, gracias al apoyo de las rotarias de Penonomé y a los rotarios de Playa Coronado, tuve la oportunidad de viajar a Guatemala a la conferencia Bidistrital Rotaract, del Distrito 4240-4250, y fue simplemente extraordinario.

Ser rotaractiana no es nada fácil, pero es una experiencia sorprendente. Es una montaña rusa de vivencias, representa grandes sacrificios y, sobre todo, una completa disposición de intercambiar ideas, adquirir habilidades y, como nuestro lema lo dice: Dar de sí antes de pensar en sí es estar dispuestos a tomar acción para mejorar las condiciones de vida de nuestras comunidades y ver la realidad que enfrentan en su diario vivir.

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