Un Rotario de 100 Años

Por Ramón Sarmiento Castro
Club Rotario de Tegucigalpa

56 años como rotario y 48 años de asistencia perfecta

El rotario Héctor C. Gálvez ha cumplido 100 años, una cifra pocas veces lograda por los seres humanos, con una vida plena, llena de experiencias, alegrías y también tristezas; esa es la edad de un rotario que nació para servir y que lo continúa haciendo. Héctor es rotario desde hace 56 años y tiene 48 años de asistencia perfecta.

Nació en la aldea de El Zarzal, al oriente del municipio de Cantarranas, Honduras. En su niñez ayudó a su padre en labores de agricultura; se trasladó a la ciudad de Tegucigalpa para cursar la escuela secundaria; pero primero tenía que conseguir trabajo para obtener su sustento. Trabajó como albañil en la construcción del recordado cine Palace de la ciudad capital y fue vendedor de distintas cosas. El Párroco Ramón Salgado lo contrató como encargado de limpieza de la Catedral Metropolitana y así comienza
una etapa que transformaría su vida.

Héctor disfrutaba escuchando a las monjas que ejecutaban el órgano de tubos y cantaban en las misas; cuenta que en una ocasión, mientras limpiaba el órgano, sintió la curiosidad de experimentar su sonido creyendo que estaba solo; pero fue descubierto por una de las monjitas, quien, al ver su interés musical, le preguntó si quería aprender y así fue como empezaron sus primeras clases de música.
Participó en una audición para canto que estaba realizando un maestro de música Austriaco, Johanes Reiscense, quien lo eligió por su voz de barítono.

Posteriormente, obtuvo una beca para estudiar música en el Conservatorio Internacional Santa Cecilia de Roma, Italia. Inició entonces una brillante carrera como maestro de música y concertista.
Aprendió latín, alemán, italiano, inglés y algo de griego. El doctor Ortez Pinel, secretario de Educación de Honduras, lo nombró director de la Escuela Nacional de Música.

En ese período conoció a la maestra de música Irma Ondina Aguilar, de quien se enamoró de inmediato por su belleza, calidad humana y talento musical; contrajeron matrimonio en 1959. Vivieron un romance que duró hasta el año 2007, cuando Ondina falleció.

La pandemia de la COVID-19 ha postergado un concierto que Héctor tiene preparado junto a uno de sus más talentosos estudiantes, para ser presentado en el Teatro Manuel Bonilla, el cual iba a realizarse en 2020; pero él confía en que dentro de unos meses este concierto se podrá llevar a cabo.

Héctor inició su vida rotaria en el Club Rotario de Tegucigalpa el 14 de septiembre de 1966; ha sido un rotario activo y participativo en todas las actividades del club desde que fue juramentado.

Ha desempeñado diversos cargos en el club y dirigido varios proyectos de servicio a la comunidad; continúa a sus 100 años con el mismo ímpetu y voluntad de dar lo mejor de sí para promover el compañerismo, la amistad y el servicio. Combina su actividad rotaria con la enseñanza musical y la escritura.

Héctor es motivo de admiración para propios y extraños, y para los que hemos tenido la fortuna de departir con él en el club, ha sido fuente de amistad y compañerismo.

En sus conversaciones nos comparte sus reflexiones sobre el hecho de que Rotary es la plataforma ideal para ayudar a cada niño a construir un futuro brillante, a los adultos a tener una vida digna y a los ancianos a completar su ciclo de vida con júbilo y la alegría de haber vivido.

Le pregunté en una ocasión sobre cuál había sido su mayor aprendizaje en su vida rotaria y me dijo: «Desde que entré al club he aprendido muchas cosas, todas positivas para mi vida, en especial los más altos valores de un ser humano».

El pasado 16 de abril de 2022 cumplió 100 años de una existencia fructífera, dando siempre de sí antes de pensar en sí; continúa siendo un rotario motivado y propositivo, siempre listo para servir. Debido a la energía y entusiasmo con los que encara cada día, pienso que, más que haber cumplido un centenario, está empezando con la cara al sol su segundo centenario. Héctor es un ejemplo que ha de ser imitado y un rotario que debe ser valorado.

¡Gracias, Héctor, en nombre de todos tus compañeros, por ser quien eres y por estar con nosotros!

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