Honduras: La Semana Santa catracha

Por José Handal Bográn
Club Rotario San Pedro Sula

La Semana Santa en Honduras, tal como en muchos otros países, presenta una dicotomía interesante al realizarse dos actividades que parecen opuestas.

Por un lado, por tratarse de un asueto nacional, un sector de la población aprovecha la ocasión para salir de viaje. Entre los destinos más visitados están las playas de Ceiba, Trujillo y Tela, y otras ciudades de la costa del Caribe hondureño que reciben visitantes a granel. Los grandes focos de población, como Tegucigalpa y San Pedro Sula, se vuelven pueblos fantasmas a partir del Jueves Santo, y los pocos residentes que quedan disfrutan de cierta paz, la que les recuerda épocas de menos congestionamiento vial.

Por otra parte, Comayagua, Copán y otras ciudades continúan la tradición centenaria de preparar alfombras de aserrín con motivos alusivos a la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Los católicos y los turistas disfrutan la vistosidad y creatividad de ese arte temporal que se presenta una sola vez al año. La creación de alfombras de aserrín es un arte que comenzó en el Viejo Mundo y que fue traído por los españoles, una tradición que perdura principalmente en México y Centroamérica.

Tanto el turismo vacacional como el religioso inyectan circulante en las economías locales que reciben a los viajeros, lo que propicia una corta pero esperada bonanza.

 

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