Por Diego González
Rotaract Vista Hermosa
Me gusta mucho recordar mi infancia. Pienso en mis abuelos, quienes fueron los pilares fundamentales de la formación de mi carácter. Mediante su ejemplo aprendí que el servicio y la solidaridad deberían formar parte de la vida cotidiana.
Mi papá, Rolando González, es rotario desde hace casi 20 años. Recuerdo que desde entonces lo acompañaba a los proyectos rotarios. Eso dejó una profunda huella en mí. Veía el impacto que podemos tener en una comunidad cuando nos unimos con un propósito común.
Ahora, en Rotaract, encuentro el espacio donde puedo poner en práctica esos valores y contribuir al bienestar de la sociedad en la que vivo. Los jóvenes no podemos ser indiferentes a las necesidades de la gente; por eso destaco la importancia de aportar mi tiempo y mis conocimientos para el beneficio de otras personas.
Ser parte de este movimiento es una oportunidad para crecer como líder, ampliar mi red de contactos y trabajar en proyectos significativos que realmente hacen la diferencia. Además de ser una decisión personal es un compromiso con mis seres queridos, por lo que soy feliz al seguir los pasos de servicio que aprendí de ellos.