Mi momento rotario sucedió en una actividad de donación de bastones para personas ciegas del Rotary Club Santiago Monumental. En medio de la satisfacción de ayudar a personas con discapacidad visual a desplazarse con seguridad, viví un cúmulo de emociones indescriptibles al recibir un abrazo inesperado de parte de una persona ciega beneficiada. No se cansaba de decir un tanto nervioso y a la vez eufórico: «Tengo nuevos ojos, ahora podré salir a las calles sin caerme ni chocar con obstáculos, este bastón me da la oportunidad de aprender y de lograr mi movilidad, ahora podré trabajar».
El momento fue impactante, no esperaba tanta emotividad de parte del no vidente. Me produjo sorpresa, alegría y motivación para seguir dando pasos por mejorar la calidad de vida de los más vulnerables. Constaté la importancia de un bastón para un ciego como símbolo de posibilidad, autonomía y esperanza.
Cada día que Dios nos regala es una oportunidad para hacer algo por los demás y vivir el amor a la humanidad. Muchos años de labor con personas vulnerables hacen pensar que estamos curados de las emociones; sin embargo, departir con ellas hace descubrir lo maravilloso que pueden ser y nos hace admirar su valor ante el reto de seguir adelante. Nos enseña que llevando soluciones a otros recibimos bienestar y alegría. Eso es parte de la magia de Rotary.
Vivir es más que respirar, es tener calidad en la vida que nos toca. Pensar en cosas tan elementales y rutinarias como bañarse, vestirse, comer u organizar un hogar, que son muy fáciles para una persona normal, se vuelven un enorme reto para personas no videntes. Casi el 80 % de la información para la vida diaria se relaciona con la vista; por eso, al donar un bastón ayudamos a la inclusión social de una persona ciega.
Rotary permite colaborar con los más necesitados y hacer de una sencilla actividad un momento especial, profundo, significativo e importante en mi vida y la de los demás.