Por Ysabel Reyes
Club Rotario Santo Domingo Mirador
Conocí a Miguelina Acosta, PDG 2015-2016, y confieso que de inmediato me identifiqué con su sensibilidad y el empoderamiento que ha recibido de Rotary. Al entrevistarla, me dijo: «Soy rotaria porque lo llevo en la sangre y en el corazón, ya que mi papá lo fue. Desde niña escuché hablar de Rotary».
Cuenta ella: «Entré a Rotary como dama rotariana gracias a mi esposo, Rhadamés Guillermo, un rotario a carta cabal, en el Club Rotario Santo Domingo Bella Vista. Yo me sentía parte de ellos; pero un día hubo una asamblea y levanté la mano para opinar. Mi esposo me la bajó diciendo: “Tú no tienes voto”. Me sentí como una extraña, pero me dije a mí misma que deseaba ser rotaria. Al presidente de entonces, Rubén Cabrera, aquello le pareció maravilloso. Fui juramentada en el club y poco tiempo después fui elegida presidenta.
»Siendo presidenta, el país fue azotado por la tormenta Noel, que dejó alrededor de 80 muertos, 50 desaparecidos, 60,000 desplazados de sus hogares, 15,000 viviendas destruidas, 21 puentes colapsados, 52 comunidades aisladas y una producción agrícola diezmada… ¡una catástrofe nacional!
»Junto a Aquiles y María Cristina Farías, Roger y Marta Espaillat, Rhadamés Guillermo y otros, me trasladé a la comunidad de Villa Rivas, donde más del 60 % de los campos arroceros estaban anegados, unas 8,000 cabezas de ganado se habían perdido y una docena de pequeñas comunidades continuaban aisladas debido a las inundaciones. Entregamos al padre Rogelio Cruz alrededor de 350,000 pesos en ropa, comida enlatada, arroz, pastas, cereales, aceite, leche y otros productos para los damnificados.
»No bien pasado ese terrible fenómeno atmosférico, nuestros compañeros salieron a enfrentarse con una decisión espartana. Ahí estaba mi mi gran momento rotario: mi tierra se había recuperado y volvió a su merecido sitial en la producción agropecuaria.
»Con frecuencia voy a mi pueblo y lloro al rememorar el azote de ese terrible evento natural, pero también sonrío al recordar que acudí al llamado de la solidaridad siendo parte de los que estuvimos presentes para que mi querido pueblo se levantara. Ahí estuvo Rotary en primera fila sin escatimar esfuerzo alguno. Me siento muy orgullosa de ser rotaria.
»He tenido muchas satisfacciones, pero debo sumar una más, representada por mi nieto de 4 años, Miguel Alejandro, ya que, al preguntarle qué quiere ser cuando sea grande, me responde: “Mamá, yo quiero ser rotario”. Le dije que Rotary es una forma de vida, no una profesión, y respondió: “Lo que tú quieras, mamá; pero yo quiero ser rotario”».