Por María Elvira Chavarría
Club Rotario Sabana
Rotary llegó a mi vida en el momento adecuado y me ha colmado de regalos. Por años asistí como invitada al club de San José, donde esos señores de gran conocimiento y elegancia compartían sus historias. Cada jueves, salía encantada por lo aprendido. Me acogieron con cariño, como si fuésemos familia, por lo que mi servicio lo dedico en su honor.
Ser parte de una de las organizaciones humanitarias más grandes del mundo me llena de orgullo. Mi identidad como rotaria es similar a un pasaporte global, con amigos y equipo incluidos. Los mensajes de afecto que recibo de tantas partes del mundo me llenan de mucha alegría.
Mis papás me criaron haciendo proyectos sociales, pero con Rotary siento la ilusión de crear un efecto significativo en las comunidades. Con el tiempo, en el camino rotario, uno ve cómo todo va evolucionando. Ahora me encuentro haciendo cosas que no imaginaba que podía realizar, como proyectos, participar en la formación del club Sabana e invitar a desconocidos a unirse.
Rotary siempre me ha dado más. Me ha impulsado a crecer y me ha enseñado lecciones valiosas. Desde la gratitud que siento, les digo que ser parte del Club Rotario es una experiencia hermosa.
