Por Ana Margarita Chávez E.
Club Rotario San Salvador Cuscatlán
El Día de los Farolitos es una fiesta tradicional religiosa (católica, afirman historiadores) que se realiza cada 7 de septiembre en Ataco, departamento de Ahuachapán. Existen dos versiones sobre su origen, por lo que no se sabe con exactitud el año en que dio comienzo la tradición: la víspera del nacimiento de la Virgen María y como consecuencia de un terremoto ocurrido aproximadamente en el año 1850.
De estas dos versiones, la primera es la que los pobladores aceptan como verdadera. Asimismo, reconocen que los «españoles les inculcaron el amor a la Virgen María; prueba de ello es que hasta una de las carabelas de Cristóbal Colón tenía por nombre La Niña, en honor a la Virgen niña», afirman quienes celebran este día.
Otro dato importante de esta versión es que la ciudad de Ahuachapán, en tiempos de la Colonia, se llamaba Nuestra Señora de la Asunción de Ahuachapán. Se dice que se ofrecían rezos a la Virgen María en los patios de las casas, que eran ranchos de paja. Así que se iluminaba el exterior de las viviendas con faroles.
De acuerdo con la segunda versión, el temor a que ocurrieran más temblores hizo que los pobladores salieran a dormir a las calles, por lo que tuvieron que iluminarse con candiles, rajas de ocote y candelas. Imploraron a la Virgen María por protección y prometieron que, ya que la fecha del terremoto coincidía con la víspera del nacimiento de la Virgen, cada 7 de septiembre iluminarían el exterior de sus casas en su honor.
A la celebración asisten miles de personas que disfrutan recorrer las calles de la ciudad de Ahuachapán para apreciar la creatividad de los artesanos que preparan los faroles hechos de varas de bambú, papel de China, papel celofán y candelas.
Esto crea un ambiente de fiesta en el que se puede disfrutar de orquestas, marimbas, mariachis, música de bandas estudiantiles, música folclórica y gastronomia salvadoreña. Ese día, el cielo de Ahuachapán se viste de gala con la luz de sus farolitos.